Lo impredecible de lo predecible.

Amanece de nuevo ¿qué día es hoy? No lo sé, pero tampoco me importa .

Son las 08:30, no hace falta que suene el despertador, ya llevaba un rato despierta pensando en el millón de cosas que quiero hacer hoy y lo que voy a disfrutarlo.

Me levanto de un salto y voy directa a la cocina a preparar café️ (hasta después del primero la vida no tiene sentido...). Aprovecho para recoger por la cocina, poner una lavadora y preparar el desayuno.

Hasta aquí el plan no dista mucho de mi día a día en la vida real. Sintonizo Radio 3, enciendo el portátil, abro el correo y ahí sí que noto la diferencia (hay dos emails en vez de 10, uno de ellos spam), pero no me afecta ¡Sigo contenta! “así tendré más tiempo para dibujar esa macro idea que se me ha ocurrido antes de sonar el despertador” 

Retomo optimista el trabajo del día anterior, quizá pueda entregarlo hoy, y eso siempre es un subidón.

En ese momento, sin preguntar, es donde arranca la montaña rusa y el día se convierte en impredecible dentro de lo predecible. La primera bajada suele coincidir con el momento de “despeje”, chequeo de Whatsapp, vuelta por las redes... Ouch!! Sin querer he visto un gráfico analizando si llegamos o no a la famosa curva... Cierro todas las pestañas del navegador de golpe, intento concentrarme de nuevo, pero ahí sigue Fernando Simón (ya colega) rondando en mi cabeza.

A partir de este momento la montaña rusa se redibuja a su antojo, haciendo el mismo recorrido todos los días, pero nunca siguiendo un orden lógico.

La buena noticia es que después de semanas me he aprendido el truco, el secreto está en guardar fuerza cuando estás arriba, coger impulso y llegar abajo consciente de que la próxima subida está al caer, y lo más importante... que ningún viaje es eterno y estamos a un día menos de despertarnos de esta pesadilla.

Ánimo amigxs, saldremos de ésta y el abrazo será brutal.